11 abril, 2011

This is what you get, when you mess with 'em.

Suponiendo que caminaba por una calle que creía existente (solo supongo porque uno, en verdad nunca sabe cuando está despierto y cuando soñando. O sí, después de todo la vida no es nada más que un sueño, o una pesadilla según elijamos nuestro desempeño en la misma) se entremezclaban la realidad con la ficción y el dolor. Ese sentimiento agudo y punzante que se siente cuando uno no permite a sus ojos expresarse y los hace retener todo lo que son capaces de mostrar... El fracaso constante y la mediocridad expresadas en forma de vida cotidiana, en forma de rutina, en tú forma, proyectado en la vida de los demás, teniendo repercusiones en estas, por errores, o intervenciones no aceptadas. No aceptadas por los estereotipos vividos quién sabe cuántas veces, por quién sabe cuántas personas, repitiendo las mismas situaciones ''correctas'' o ''incorrectas'' porque quién es suficientemente influyente en nuestras vidas, como para imponer nuestros parámetros de error y acierto más que nuestras propias entidades de emoción y conciencia trabajando respectivamente en sus propios rubros, desobedeciendo y mezclando cuestiones de ética con moralidad, mezclando lógica con amor. 
Suponiendo que caminaba, por esta calle ya caminada, por mí mismo (o no) en una situación que en este momento consideraría correcta, y en aquel momento ''correcta''. Es decir, el mensaje es el mismo, cambió el emisor. Y al igual que en cualquier circuito de la comunicación imperfecto cambió el entorno: Ya no caminaba en ese día perfecto en todo sentido, con la mueca más engañosa en mi cara. Ahora era este día, completamente perfecto desde el punto de vista de la salud mental de un enfermo que no me considero en lo más mínimo a pesar de las constantes acusaciones que recibo por mis conductas incorrectas (ya no voy a aclarar con comillas, es por sentado que si entendiste, vas a entender la para nada-sutil ironía a la que someto a las palabras)
El dolor sigue presente, cada vez más fuerte y mis ojos luchan por ser libres, no voy a volver en la trampa que me tienden, de darme alivio artificial por unos segundos, cuando luego el dolor es más y más intenso, y ahogándome en un mar de lágrimas, lucho por volver a ser yo mismo.
Ya no recuerdo como se sentía no tener el agudo dolor provocado por las lágrimas luchando por escapar. Ya no me acuerdo como era no tener unas ganas desesperadas de romper en sollozos y que alguien me consuele, para sentirme querido. No voy a llorar de todas formas...

tom.