Miren cómo se mueven los continentes. Lentos como una caravana de elefantes. A pesar de que uno ve la Tierra siempre quieta, las montañas, hasta la propia casa, resulta que todo se mueve, Lynko, te juro. La corteza de la Tierra tiene unas placas y todo lo que vemos se apoya en ellas, hasta los océanos. No me acuerdo cuánto se mueven, si es un metro por año. No. Casi seguro que no, debe ser unos centímetros por año. Los cascos polares, las bahías. Europa, Asia. Los mismos continentes están apoyados sobre placas enormes que se mueven. Hace miles de años creo que la curva de Sudamérica coincidía con la curva de África. No es fácil de imaginar, pero absolutamente todo está en movimiento, te juro, Lynko.
Fin de año está lejos, pero da lo mismo. Ése es el problema: es otoño y da lo mismo.
Qué bueno que te sientas mejor.
Que bien que tengas nuevos amigos, ojalá los pueda conocer.
¿Por qué no vienen y me visitan todos?
No, así parecía que Alma formaba parte del grupo de "los otros".
Yo nunca te olvido ni un poquito.
(Que no era del todo cierto. Sí era verdad que la seguía queriendo igual, lo que había sucedido en estos meses era que empezaba a acostumbrarse a que ella no estuviera. No es justo. O es raro por lo menos.)
Fin de año más cerca.
Y los días se fueron haciendo más lisos. Sólo quedaba dejarse llevar por ellos, deslizarse hasta el fin de abril, fin de mayo, listo. Cuando quisieran darse cuenta, todo habría pasado como si no hubiera pasado nada. Eso es lo bueno y lo malo del tiempo. Es algo bien difícil de percibir, porque su suavidad amable hace que uno se sienta cómodo y deje las cosas como están. Sólo que nada está donde está: nada está quieto, y cuando uno quiere darse cuenta aparece en otra parte o con otros años, o en otro continente, como les pasa a las placas de la tierra.
Frin se puso a dibujar cuadraditos. Uno igual al otro. Uno al lado del otro. Fotocopia de los cuadraditos. Fotocopia de los días. Hola, señor. Hola, señora. Tome su vuelto. Gracias, querido. Apoyar el pie en el pedal de la bicicleta sin sentir el viento en la cara. Eso era, pero Frin todavía no terminaba de darse cuenta. Solo lo sentía. No importa cuan fuerte pedalearas, no te daba el viento en la cara. Cuadradito al lado de otro cuadradito que no duele. Tome su vuelto, señora. Gracias, querido. El papá sentándose a la mesa. La tele encendida. Cenar viendo un programa. A dormir. Hasta mañana, amor. Chau, mami. Vení, Negrito, vamos a la cama.